La Catrina de José Guadalupe Posada

 A poco de haberse celebrado el Día de muertos, aquí va un repaso del origen de una imagen que se ha expandido en nuestro imaginario, y también algunos datos biográficos sobre su autor.
La Catrina fue creada por el pintor, ilustrador y caricaturista José Guadalupe Posada. Comencemos con algunos datos sobre él:



este grabador, ilustrador y caricaturista mexicano nació el 2 de febrero de 1852 en la ciudad de Aguascalientes. Desde pequeño, demostró tener dotes artísticas. Siendo adolescente, comenzó a trabajar como aprendiz en el taller de José Trinidad Pedroza, quien le enseñó el arte de la litografía.
En pocos años, Posada se convirtió en un miembro fundamental del equipo de su maestro. Luego de una carrera en la industria gráfica, siguió trabajando incansablemente en su propio taller hasta su muerte en 1913. Desafortunadamente, murió casi en el anonimato, tan pobre como había nacido.
 Es un personaje que se asocia al Día de Muertos y a la muerte en general en el país. La versión original provine de un grabado en metal, y su nombre original era “La Calavera Garbancera”, este último adjetivo designado a las personas de sangre indígena que dejaron de vender maíz para vender garbanzos. Así, estas garbanceros pretendían ser europeos, renegando de su raza, herencia y cultura.
 Originalmente, la calavera no está vestida y únicamente utiliza un sombrero (pobreza). En 1947, el muralista Diego Rivera la vistió. 
 

Imagen: mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.


Algunos de los grabadores destacados eran Constantino Escalante, Santiago Hernández, Manuel Manilla y el mencionado José Guadalupe Posada, quien acentuó en sus obras el carácter festivo y desenfadado del pueblo mexicano. El origen de la palabra proviene de “catrín”; un hombre elegante y bien vestido, acompañado de una dama con las mismas características.
Por otro lado, nos queda adentrarnos en lo que para la cultura mexicana significa la muerte: alegría, trascendencia y un regreso al lugar de origen. La creencia de que si bien el cuerpo puede desintegrarse, el espíritu vive eternamente.

 Durante el "porfiriato" se volvieron populares los dibujos de cráneos y esqueletos acompañados de textos que criticaban de forma burlona la situación del país y de las clases privilegiadas en periódicos combativos. La existencia de grandes diferencias sociales era una constante por aquellos días, a fines del siglo XIX y principios del XX.

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