La vulnerabilidad masculina en el arte
La vulnerabilidad masculina en el arte
“En la comodidad no hay crecimiento”.
Hace tiempo que vengo pensando en las “nuevas
masculinidades”. Surge ese tema en conversaciones, lo veo reflejado en las reflexiones
de sobremesa entre amigos varones, eventualmente me detengo en obras de
artistas que versan sobre esta problemática. A raíz del hype alrededor de la
película Barbie este verano europeo, fui a verla y al salir decidí que era hora
de sentarme a investigar un poco más. Principalmente me dio intriga ver dónde se veía esta vulnerabilidad, en
el ámbito del arte pictórico. ¿De dónde viene, del pathos griego? ¿Quiénes
lo han manifestado a través de pinceladas, los románticos?
Rigoberta Bandini tiene una canción muy bonita llamada Canciones de amor a ti, que dedica a su hijo Nico. Allí, expresa su deseo con respecto a su marido y padre de su hijo “Que papá nos haga boloñesa todos los domingos y más cosas, que algún día podamos ver juntos las de Sorrentino, que los hombres de este nuevo mundo lloréis bien tranquilos”. Los raperos españoles Natos y Waor expresan “Los chulos también lloran” en las barras de Alfa y omega. Evidentemente, desde el pop hasta el rap está presente la necesidad de una masculinidad que tenga espacios seguros para llorar si lo necesitan, dejando a un lado la fuerza física, la chulería o la competencia.
La película de Barbie (2023), producida por LuckyChap Entertainment, Mattel Films y Heyday Films, y distribuida por Warner Bros. Pictures capta a la perfección esa necesidad de poner sobre la mesa los sentimientos masculinos. En una escena vemos a un Ken triste cantando a viva voz. La letra de la canción navega por las inseguridades del personaje de Ryan Gosling, haciendo referencia a ser el número 2 de Barbie todo el tiempo, y teniendo que verse fuerte y musculoso frente al círculo íntimo de muñecos que rodea a la icónica pareja. Que los hombres no suelen expresar la depresión de la misma manera que las mujeres, es algo que se ha estudiado científicamente. Durante décadas, se observó que los síntomas depresivos en los hombres no eran la típica apatía, tristeza o pérdida de interés sino una tendencia a sufrir ataques de ira, rabia o irritabilidad. Una tendencia a comportarse de forma más agresiva, consumir más alcohol o drogas y dedicar muchas horas al trabajo, al deporte o a cualquier otra actividad que permitiese la evasión. Una lista de respuestas ante el problema, que no incluía hablar sobre ella. Y aquí tenemos a un arquetipo de hombre fuerte para niñ@s abriéndose ante toda la comunidad de muñecos, mostrándose desgarrado con todos los guiños necesarios a un video de boy-band pop de los 2000.
Vamos con los hallazgos pictóricos sobre el tema que me han llamado la atención: el artista sirio Abdalá Al Omari y sus 'The Vulnerability Series' ('Las series de la vulnerabilidad') donde retrata a los líderes mundiales como refugiados vulnerables. Podemos ver un Trump asilado con un niño dormido en brazos, al presidente ruso Vladimir Putin como un mendigo pidiendo "ayuda para gobernar el mundo", o a Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy borrachos, con los pies descalzos sucios.
Desde Copenhague, la sueca Judit Kristensen compone bocetos de amigos o de autorretratos nostálgicos a lápiz, principalmente. El ritmo (lento y constante) al que el material la obliga, es algo la artista ha denominado como “mágico” para ella; le permite estar presente y dedicar ese tiempo que la emoción de la empatía tiene como condición. Tiempo para observar, para sentir, para estar para los demás. Los retratos son el resultado de una reflexión que recuerda a los personajes con mirada perdida de Edward Hopper (Estados Unidos, 1882 -1967).
Son muchas las obras de arte que contienen un potencial de fortaleza, aún
habiendo sido creadas en contextos de inestabilidad (como puede ser la social,
política y económica que trae aparejada una guerra). Las obras de Georg
Baselitz invitan a una lectura contemplativa detenida, para encontrar en los
detalles la personalidad del artista y poder imaginar lo que estaba atravesando
en el momento de su producción. Estas suposiciones, aunque siempre incompletas -y
en el caso particular de Baselitz, aún lo tenemos entre nosotros para poder
corroborar nuestras aproximaciones al sentido de su obra – nos permiten armar
un campo de sentido alrededor de la praxis de un/a pintor/a. En cuanto a éste,
su arte ha sido definido como “un arte que nace de la incertidumbre”. Su
juventud transcurrió en una Alemania donde el arte era u oficial, o degenerado.
Los artistas que presentaban un arte más innovador eran demonizados, exiliados
y perseguidos. Los principios constructivistas estaban en pugna con la nueva
tendencia del realismo socialista. Baselitz con sus signos que hacen referencia
un estilo alternativo y personal, de tono expresionista, instaló un legado de gran
calidad con grandes formatos llenos de personajes toscos, que parecieran no caber en el espacio del lienzo, o querer escapar de él.
Para cerrar, quizás la foto más bella de la historia del
deporte: el momento de Federer y Nadal llorando juntos en la despedida del
suizo en Londres. Esta imagen ha pasado a la historia y abre la posibilidad de
plantearse una visión distinta sobre la competencia masculina en el deporte,
las presiones a las que están sometidas atletas de alto rendimiento, y la
necesidad de diálogo, terapias o asistencia de profesionales donde poder
canalizar las emociones que, quizás en un estadio, no es posible.
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