Arte robado: momento de hacer autocrítica.

 Arte robado: momento de hacer autocrítica.

El arte saqueado ha sido consecuencia del saqueo durante la guerra, los desastres naturales y los disturbios durante siglos. Cuando pensamos en arte de una cultura (digamos, la griega) expuesta en los museos e instituciones artísticas de otro continente totalmente diferente a su propia tradición, hay quien dice “apropiaciones”, hay quien dice sin titubear que se trata de “robos”, y hay quienes se posicionan desde un lugar menos categórico, alegando que las instituciones museísticas al final velan por la seguridad e integridad/conservación de esas piezas.

En inglés, el concepto de looted art está en boca de todos a raíz de las polémicas experimentadas en la última década donde particularmente Gran Bretaña enfrenta acusaciones de apropiación de piezas de maneras ilegítimas. Ni la ministra británica de Cultura, Michele Donelan, ni el presidente del Museo Británico, George Osborne, piensan que los mármoles griegos deban volver a Grecia. El temor es que, al gestionar una devolución al origen, se comience un camino que consideran peligroso ya que pondría en cuestión el contenido de los museos británicos. Tampoco consideran un préstamo de cien años como se ha barajado en los medios, puesto que el mayor motivo (sería otra conversación la cuestión de cómo trasladar piezas de esas características sin dañarlas) por el cual las consideran de su propiedad es que es allí donde han sido custodiados durante mucho tiempo y donde han permitido el acceso a la gente.




“La colección del Museo Británico está protegida por ley y no tenemos planes de cambiarla” ha sido una frase del ex ministro de Economía George Osborne, presidente del Museo Británico cuando ha sido consultado por la posibilidad de devolver piezas a Grecia. Se ha dicho que Gran Bretaña ha estado trabajando en un nuevo acuerdo con Grecia por el que las esculturas podrían verse tanto en Londres como en Atenas. Pero cuando Atenas reclama a Londres, ésta alega que en su momento fueron "adquiridas legalmente". La negativa ante un acuerdo ha enfriado las esperanzas de otros países que como Chile buscan también recuperar el patrimonio que se encuentra fuera de su territorio. Chile reclama la devolución del moái Hoa Hakananai'a, el de mayor valor espiritual de la Isla de Pascua, y Egipto bustos de faraones o que se encuentran en el Museo Británico.

Desde principios del siglo XX, Grecia solicita oficialmente la devolución de un friso de 75 metros arrancado del Partenón y de una de las famosas cariátides del Erecteion, un pequeño templo antiguo también ubicado en la Acrópolis de Atenas. Ambas son de las piezas claves que los visitantes y turistas buscan ver en la colección del Museo Británico.



Si de robo de patrimonio se trata, éste no es el único conflicto al que se enfrenta el museo actualmente. En el verano de 2023, la noticia sobre el robo de miles de piezas golpeó duramente a la reputación internacional del Museo Británico. La desaparición de pequeñas piezas (se estiman 2000 objetos de su colección que incluyen joyas de oro, piedras semipreciosas y vidrios datados entre el siglo XV A.C. y el siglo XIX D.C., entre ellos joyas y piedras) en un robo "muy inusual" tiene como presunto culpable a un empleado del museo, que fue despedido. Se trata de un veterano conservador que ha trabajado en la institución durante 30 años llamado Peter Higgs.

El quizás mayor escándalo en el ambiente del arte europeo este año también le ha costado el puesto al director del museo, Hartwig Fischer, que a la brevedad del suceso anunció su dimisión y pidió perdón por su responsabilidad en la desaparición de los artículos.

La recuperación de estos objetos está en marcha, según el presidente de la institución George Osborne, pero los actores del mercado del arte están siguiendo de cerca el caso. Aparentemente, se remonta a 2021 cuando un marchante de arte danés se puso en contacto con el Museo Británico al haber localizado a la venta en eBay varios objetos que sospechaba pertenecían a la colección del museo. Se estaban vendiendo por Internet y en un principio, el Museo Británico afirmó haber llevado a cabo una investigación exhaustiva, pero fue insuficiente y al cabo de un año admitieron que obviamente tienen que mejorar la seguridad y que este delito era de mayor envergadura de lo que trascendió inicialmente. Los funcionarios del museo Británico comenzaron a investigar el robo de sus artefactos después de este aviso, y han debido explicar cómo puede haber sucedido al interior de una de las instituciones más prestigiosas a nivel mundial.


¿Cómo llegaron las polémicas piezas a suelo británico?

El conde de Elgin, Thomas Bruce, fue un embajador en el imperio otomano (al que pertenecía Grecia) nacido en 1766. Un apasionado por la arqueología que se declaró en bancarrota en un momento de su vida y decidió vender la colección de piezas artísticas que tenía al Parlamento británico. 

El conde aseguró en su día que contó con el visto bueno de las autoridades, pero la evidencia ha demostrado que gran parte de los 75 metros de los 160 del friso del Partenón - atribuidos al escultor Fidias -  pudieron haber sido saqueados. Grecia alega que fueron desprendidos de forma violenta mientras el país estaba bajo ocupación otomana. Pese a las dudas sobre la ética y la legalidad de su procedencia, se votó finalmente a favor de su adquisición y traslado al Museo Británico, donde llevan expuestos desde entonces.


De ahora en adelante

Actualmente son varios los gobiernos que han comenzado a realizar pedidos formales para la restitución de ciertas piezas históricas consecuencia de la expoliación en el periodo colonial. Mientras que los mármoles del Partenón son reclamados por Grecia, La Piedra de Rosetta forma parte de un litigio con Egipto, y existen objetos obtenidos de forma poco transparente en incursiones militares en África, piezas saqueadas en China, Oceanía y la Isla de Pascua.

La gran pregunta es… ¿qué podemos hacer para evitar que se repitan estos casos en el futuro?

La cuestión de la propiedad puede ser muy ambigua. Pero algo es inadmisible: hoy día son inimaginables incursiones de exploradores invasores que manden a sus hombres a revisar los lugares para ver si encuentran algo valioso para llevarse, y el posterior transporte de ello sin que salten múltiples alarmas.

Pareciera que todos los caminos llevan a reforzar el aspecto legal y a fomentar la colaboración entre países para establecer de forma clara qué y cómo se expone en las instituciones más importantes de cada sitio. El aspecto contractual y una legislación universal, pero muy sensible a las particularidades culturales de cada nación demostrarían ser las únicas salidas de cara a futuros conflictos. Hasta ahora, Francia y Holanda han devuelto piezas a Senegal, Indonesia y Sri Lanka.

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